JUAN GONZÁLEZ (canción)
Por las calles más chicas de la vida
y por sus avenidas principales,
entrando en la mañana en la oficina
o colgando en los buses estatales.
Vendiendo bagatelas en la plaza
para embaucar a míseros mortales,
siempre veo tu cara, siempre pasas,
Juan González ...
Cuánto vales, Juan González,
cuánto vales, Juan González,
vales más que los ministros
y los gordos industriales,
vales más que los obispos
y aún más que los cardenales,
Juan González ...
¡Y no entiendes lo que vales!
Y siempre estás gritando en el estadio
por la eterna cuestión de los penales;
o con los miembros de tu sindicato
charlando sobre asuntos laborales.
O mirando risueño a la mujer
cuando le cambia al niño los pañales
o buscando una pieza de alquiler
para las crudas noches invernales.
Cuánto vales, Juan González,
cuánto vales, Juan González,
vales más que los juristas
que hablan en los tribunales,
y que los alcaldes (dueños
de fueros municipales),
Juan González ...
¡Y no entiendes lo que vales!
Sin discursos ni huecas oratorias,
me convencen tu rostro y tus modales
de que la vida es digna de vivirse
porque todos los hombres son iguales.
Eres un gran filósofo, mi amigo,
ya que tú no deseas pedestales
ni dormir en las páginas de un libro
ni glorias ni prestigios terrenales.
Cuánto vales, Juan González,
cuánto vales, Juan González,
vales más que esos señores
que inauguran hospitales,
vales más que presidentes
y reyes y generales,
Juan González ...
¡Y no entiendes lo que vales!